lunes, 11 de abril de 2011

REALISMO: Corot, Courbert, Millet, Roussean

Este movimiento se desarrollo a partir de la mitad del siglo XIX, desde 1848 aproximadamente. Su máximo esplendor fue en Francia en ese momento.
El realismo buscaba representar el mundo del momento de manera verídica, es decir, objetiva; dejando de lado la idealización.
Los realistas dejaban de lado los tema sobrenaturales y mágicos, siendo reemplazados por temas corrientes y la representación de escenas cotidianas. Hay un profundo sentido de la naturaleza, interpretándola desde sus frutos hasta el trabajo del hombre sobre ella. Podemos ver una claridad en la paleta, es decir colores claros, por lo tanto hay  poco trabajo del claroscuro.


Un autor muy reconocido dentro del realismo fue Jean-Baptiste Camille Corot, pintor francés de paisajes, uno de los más ilustres de dicho género y cuya influencia llegó al impresionismo.Nació en París, el 16 de julio de 1796, en una casa desde la que se tenía una perspectiva del palacio de las Tullerías, el Sena y El Louvre. De familia acaudalada, Corot recibió una educación burguesa y realizó sus estudios secundarios en la ciudad gótica y normanda de Ruán, entre 1807 y 1812, tales estudios le marcaron definitivamente. Allí vivía con un amigo llamado Sennegon, lector de Jean-Jacques Rousseau y próximo a las ideas ilustradas, de quien adquirió el gusto por la naturaleza. Continuó su formación en Poissy y al concluirla, manifiesta su deseo de ser pintor, pero su padre se opuso a ello y lo empleó como aprendiz en el negocio familiar. Camille, sin embargo, dedicó casi toda su jornada laboral a dibujar, por lo que la familia terminó por aceptar su vocación y financió su formación artística.

Corot ingresó en el estudio de Achille-Etna Michallon, reputado paisajista, de quien aprendió a «observar con exactitud y ser verdadero al reproducir la naturaleza». Pero su temprana muerte le condujo en 1822 al estudio de Jean-Victor Bertin, otro paisajista que le aportó destreza en los principios de composición clásicos que caracterizan los paisajes sosegados y bien estructurados que pintó en Italia entre 1825 y 1828. Ejemplos de esta etapa son Forum (1826) y El puente de Narni (1827), ambos en el Museo del Louvre, París.

Por entonces, Corot muestra ya la frescura de ejecución y la fidelidad al motivo contemplado y esbozado al aire libre  que lo convertirán en referencia inexcusable de los impresionistas, entonces en ciernes.
En su primer y más largo viaje a Italia, entre 1822 y 1825, descubre fascinado los efectos de la rotunda luz meridional en Roma y su campiña y, más aún, en Tívoli y alrededores de Nápoles. Los temas pintados en Italia son, con frecuencia, los restos de monumentos de la Antigüedad romana, tantas veces pintados por artistas de toda Europa que acudían a Roma a completar su formación, pero mientras otros pintores repetían los modelos poéticos del clasicismo académico, Corot los pintó tal como los veía, como volúmenes que, sin perder su significación histórica, variaban según incidiera sobre ellos la luz.
La luz italiana le enseñaría otra de sus aportaciones fundamentales al lenguaje pictórico de la modernidad: «El dibujo —decía Corot— es lo primero que hay que buscar. Seguidamente, los valores cromáticos. Éstos son los puntos de apoyo. Después el color y, finalmente, la ejecución».
En Francia, Corot prefería las horas de amanecer y el crepúsculo, cuando la luz se difumina, para salir al campo a pintar con esto ha logrado atmósferas intimistas y recoletas dadas por el juego de sombras, matices apastelados y la variedad de reflejos mórbidos que aporta la luz solar en su amanecer o en su ocaso. Pero en Italia aprendió que el color pasaba así a ser un factor relativo, cuyo papel en la tela dependía de los demás tonos que lo rodeaban. Con ello no sólo estaba avanzando un principio esencial del lenguaje impresionista, sino del de toda la pintura moderna. Con todo no le falto un cierto toque de romanticismo que se refleja en cierta tonalidad algo melancólica o nostálgica.
De vuelta a Francia, vive en París y Ville d'Avray, pero viaja constantemente por todo el país en busca de nuevos paisajes, existencia itinerante que mantuvo toda su vida. En 1827 envía al Salón de París su obra El puente de Narni y desde entonces expone todos los años. Sus exposiciones en este salón le harían acreedor de las medallas de segunda clase en 1833 y 1849, así como a ser elegido miembro del jurado en 1848, 1849, 1864 y 1870. Además de la exitosa exposición en el Salón de1860.
En 1830 la Revolución de Julio le sorprende en Chartres, donde pinta la fachada occidental de la catedral de una manera insólita en su tiempo: su singular obra ha alcanzado ya la madurez, y alterna los paisajes bucólicos, de tradición clásica, con vistas fragmentarias y carentes de contenido narrativo, que sólo admiten comparación con los paisajistas ingleses como Constable.
En sus viajes por Francia, frecuenta el bosque de Fontainebleau, donde traba contacto con Daubigny, Théodore Rousseau y los paisajistas de la Escuela de Barbizon, empeñados también en la renovación del género en la pintura francesa.
Todavía irá dos veces más a Italia —en 1834 y 1843—, donde reafirma la importancia que siempre le dio a la representación del volumen en el cuadro a través de la yuxtaposición de tonos diferentes.
En 1844 recibió el encargo de un Bautismo de Cristo para San Nicolás de Chardonnet, en París.
Sin embargo, su obra aún pasa desapercibida: no provoca grandes polémicas pero tampoco obtiene el favor del público y del mercado. Críticos como Baudelaire y Castagnary, elogian sus envíos al Salón, pero no acaba de calar en el gusto del público.
File:Corot.villedavray.750pix.jpg
Una obra muy destacada es Ville d’Avray (c. 1867). Óleo sobre tela. National Gallery of Art, Washington, D.C.











Fuentes:  http://es.wikipedia.org/wiki/Camille_Corot

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